Mauricio Díaz: La Red Fantasmal: El Patio

 

9.04.2005

La Red Fantasmal: El Patio

El patio.

Nunca me ha gustado recordar algunas cosas. Siento que a veces es bueno “hacerles el quite”. Es por eso que nunca he hablado mucho de lo que ocurría en la casa de mi familia, a comienzos de los 1990. Era nuestra casa nueva. Un poco mas cómoda, pero igualmente pequeña. Nunca tuvimos mucho espacio, pero por lo menos, ahora sentíamos que estábamos mas cerca de cosas agradables, que de infames cogoteros y poblaciones callámpas. Esta casa, ubicada en el barrio de los ferroviarios en la comuna de san bernardo, era una casa vieja, pero solo por sus ventanales grandes de madera, se dejaba querer. Nuestra mascota, la “china”, se adapto rápidamente, ladrando todo el día, como queriendo hacer suyo ese nuevo territorio. A veces encontraba que ella ladraba mas de la cuenta, pero como buen guardián amante de sus amos, creo que se sentía en el derecho (y la posibilidad) de hacer escándalo en el patio trasero de la casa del barrio Balmaceda.

Como cualquier casa vieja, la crujidera era atronadora, pero nada de que extrañarse, todo parecía común y corriente.

Los vecinos, muy amables, nos miraban con cierto recelo. Nada extraño tampoco, puesto que toda mi vida sentí esa sensación de estar fuera de lugar, de estar viviendo siempre en el lugar equivocado. No dábamos mucha importancia a ese hecho, pues estábamos chochos con la casa. Invitaba a todos mis amigos, y bebíamos como malos de la cabeza durante las tardes, aprovechando que mi mamá se encontraba trabajando.

Un viernes invite a la casa a Daniella para dormir. Dormir poco, pero dormir después de todo lo que tuviese que ocurrir. Era una noche de verano cualquiera. un tanto fresca, cielo claro, ruido en la calle. Después de mucha conversación, nos lanzamos el uno contra el otro. Abrazos y besos, palabras, miles de palabras y risas, miles de risas y miradas y de pronto nos quedamos mirando. Fue un silencio para nada lindo. Ninguno quería mirar hacia otro lugar que no fuera nuestra propia mirada.

- ¿Sientes?
- Si.
- ¿Entiendes de lo que estoy hablando?
- Si.
- La ventana...
- El tipo que nos esta mirando desde el borde de la ventana.
- Pero...tu sabes que no hay nada.
- Si sé...por eso no quiero mirar. porque no puede haber nada
- ... pero esta ahí...
- Miremos al mismo tiempo..
- 1
- 2
- 3 !

Hasta ahí llego la noche. No había nada en la ventana. Pero sin embargo, algo continuó mirándonos, pero no había nada. Comenzamos a vestirnos mirando a la ventana. Con algo de miedo, vergüenza y rabia por estar siendo observados y nosotros, sin poder observar.

Nunca mas hablamos de eso.

Siempre se quedo en mi memoria la imagen de algo que no conseguí ver. Extraño fenómeno, porque solo se veían hojas y arboles y pasto, a través de la ventana, pero algo en el vidrio quedo grabado en mi retina.

Unas semanas mas tarde me quede en casa porque estaba enfermo. Me levante, fui a la cocina a buscar algo para desayunar, y después me instale en la cama de mis padres a ver monitos. Me levante a buscar algo mas de pan, y vi que había dejado encendida la luz de la cocina. La apague y regresé al cuarto. Ya cerca del medio día, decidí hacer algo por la vida y bañarme, así que levantarse de nuevo y ver como, torpemente, había dejado la luz de la cocina encendida...otra vez. Apagué la luz, entré en el baño, me lavé rápidamente y al salir del baño vi la luz de la cocina encendida mas una vez. Apague la luz, me vestí y cuando decidí salir de la casa, la luz...otra vez la luz encendida. Simplemente huí de la casa.

A veces acostumbrábamos salir de paseo, y pedíamos a una amiga mía, Tamara, que le diese de comer a la “china”. Esta vez no iba a ser diferente, salvo por la negativa de ella.

- disculpa, pero no vuelvo sola ni cagando a tu casa
-¿porque, que pasó?
- No te contó la Ceci? La ultima vez, entramos a la casa a tomar la comida que estaba en la cocina, para darsela a la “china”, y las luces...bueno...las luces comenzaron a prenderse y apagarse, prenderse y apagarse prenderse y apagarse..
-¿Que?
- Salimos corriendo cagás de miedo, y vos sabis que yo no soy ni tan cagona, pero la cosa fue muy rara, la “china” ladraba mucho mas de lo normal y no nos miraba. Ahí hay algo raro. Hay algo raro...en la casa, en el patio. Disculpa...
- esta bien no hay problema
- ...en serio, hay algo malo ahí.

Así fue como intente averiguar cosas de la casa...antes de nosotros en ella. Era un arriendo barato. Pues mis padres estaban ahorrando mucho dinero para comprar un terreno y hacer una casa a la pinta de ellos. A veces se conversaba la posibilidad de comprar aquella casa y quedarse ahí. Pero después de el suceso aquel, aparecieron las historias de mi mamá, de mi hermano, de otras personas. El ente en cuestión movía las cosas en frente de mi mamá y también le hacia “jueguitos” con las luces. Mi madre nunca le tuvo miedo a las cuestiones raras, pero ella también sentía que la presencia de algo no muy amistoso, se estaba volviendo fuerte. Solo hablando comenzamos a entender las señales y la mas evidente de todas era la “china”. nunca le habíamos prestado atención a sus ladridos, siempre fuertes, siempre muchos, siempre dirigidos hacia el árbol feo que estaba en el patio, al fondo. Yo y mi hermano nos declaramos cagados de miedo, pero siempre intentando hacernos un poco mas los valientes.

Pasado un tiempo ya habíamos hecho algunas amistades en el barrio Balmaceda. La Paula, la vecina de la casa contigua, fue la que nos develo el misterio.

- Esta casa estuvo muchos tiempo sin ser habitada. Nadie quería vivir en esa casa. Todo el mundo la encontraba rara y ni la arrendaban. Por eso fue raro que ustedes se instalaran altiro, y no vieran lo que todos habíamos visto...
- ver que...?

- ...al hijo del dueño...el hijo...se mato un año antes de que ustedes llegaran. Se mato en el patio, en el árbol...se pego un tiro, en la cabeza. Por eso ese pobre caballero tiene esa cara. Por eso es tan callado, tan cagao de onda. ¿cachai?




Septiembre 2005.